Friday 3 March 2006

Animalitos

El día que celebré mi cumpleaños estuve pensando en los animales domésticos, pero no hice comentario alguno sobre el tema porqué el pensamiento todavía no había acabado. Sin embargo, últimamente he estado pensando en este tema y hoy ha llegado a su cénit.
El caso es que aquél día de septiembre, mientras comíamos aquellos fantásticos manjares, admiré, anonadado, como una familia mantenía un perro en una silla mientras nosotros nos peleábamos por buscar los asientos que nos faltaban. La crítica llegó primero, el último invitado que ocupó la silla, después. Lo siento, pero es que es así, siempre. Primero criticamos y luego pensamos.
Pero la crítica volvió a aparecer cuando, al llegar el último comensal, el perro fue a parar a las faldas de su dueña y lo acunaba como a un bebé. Una amiga bióloga que estaba con nosotros, que adora a los animales y especialmente a su perro, participó en mi crítica. Es un perro, por el amor de dios, y su modo natural es estar en el suelo.
A éste hecho se juntaba la problemática que dicha amiga había tenido por la prohibición de que su perro entrase en los humedales de nuestro pueblo. Según los "ecologistas" (los -istas no siempre son buenos), podía dañar la fauna y/o la flora. Me repito: "es un perro, por el amor de dios" y lleva en sus genes la preservación de la naturaleza. Somos nosotros –que intentamos llamarnos ex-animales– los que lo destruimos todo por donde pasamos. Un animal, por muy torpe o fuerte que sea, no va a destrozar un ecosistema (a no ser que haya sido impuesto en ése ecosistema de manera no-natural) dado que el mismo animal pertenece al mismo ecosistema.
Últimamente, cuando voy hacia casa, me cruzo con una vecina que pasea a su perrito por el aparcamiento (de tierra) que hay frente a mi edificio. Lo más llamativo no es que saque al perro durante escasos minutos y lo lleve a escasos metros de donde viven ellos, ni lo más extraño es que no la he visto nunca recoger sus defecaciones (las del perro); lo que más me molesta es que no permite al perro que se aleje y le estira de la correa. Sé que hay correas que están diseñadas para que el perro no sufra, pero no creo que ésa lo sea, ya que es un simple collar, por lo tanto le debe apretar el cuello.
Nunca he sido muy de perros: yo tenía dos gatos (siguen vivos, en casa de mi progenitora) y les quiero mucho. Al segundo le recogimos en la calle: había sido maltratado por sus anteriores amos, pobre. La primera tiene una pata rota, por jugar con lo que no debía (un accidente con un yunque, pero como no era lobo de El Corre-caminos, salió herida). Mi hermana, que tiene otras dos gatas, no soporta la imagen de coger a un gato por la parte posterior del cuello, cosa que es de lo más natural y que ni les hace daño ni les molesta, ya que es cómo les cogen las madres (ellas con los dientes).
El caso es que hoy he leído en la revista del ayuntamiento de mi pueblo que ha salido una ordenanza sobre animales domésticos. Todos documentados (tatuaje, placa o micro-chip), limpios en el entorno, siempre con correa... Pero lo que más me molesta es que no puedan ir a la playa. No tengo perros, y me da igual, pero lo que no entiendo es que, si son animales, porqué no pueden ir a un medio natural. Se pueden hacer pipí (porqué el popó lo tenemos que recoger), pero ¿no se hacen pipí también los niños (y adultos) tanto en la arena como en el mar?
Pero lo que más me molesta no es que se prohiban este tipo de cosas. Lo que realmente me saca de quicio es que no se regule quién puede o no puede tener animales domésticos. Cada vez se ven más imágenes de animales que son maltratados. Es patético. Si no quieres tener animales no los tengas, dalos en adopción.
Vale, no hemos de tratar a los animales como si fueran nuestros hijos (Who's your daddy?), pero tampoco como si fueran piedras del camino. Se les ha de tratar bien, educar y enseñar.
Creo que se debería hacer un análisis psicológico a los que quieran tener animales domésticos. Ya que queremos diferenciarnos del "resto" de los animales, hagamos también una diferenciación entre los que pueden o no tener animales.
Ves, yo soy de gatos: soy irresponsable, olvidadizo y me gusta dormir hasta mediodía los domingos (aunque quizás me ayudaría a regular un horario). No podría tener un perro, pero sí una gata, estirada a mi lado mientras vemos una peli o charlo con un amigo... como una reina.
¿Quién es la reina de la casa? A cuchi cuchi cuchi...

3 comments:

coque said...

comparto contigo tu reflexión de los animales. para tener animales en la ciudad hay que partir de la educación, si el dueño y el perro están educados, no hay problema en que vayan a la playa o paseen si correa. lástima que esto sea poco común.
por cierto, yo tb soy de gatos.

Winde said...

Yo también soy de gatos ¿Creéis que esto nos predispone a acabar como viejas solteronas rodeadas de mininos? xD

priscie said...

me encanto tu reflexion, creo que tenes la razon y que la gente debe de cambiar su actittud en cuanto a sus acciones con los pobres animalitos que cada dia estan mas indefensos.